sábado, 21 de abril de 2012

¿Sabes el valor de una idea?

Basta con que una pequeña e insignificante idea se te meta en la cabeza, como para que desbarate todo tu mundo. Algo tan insignificante como un fragmento abstracto. Sin embargo, no basta con que la idea se te meta en la cabeza, sino que has de ser consciente de que está ahí y pensar en ella. 

Hasta la idea más insignificante puede meterse en nuestras mentes y caeremos cautivos de ella. 

El ejemplo más simple es la primera vez que ves u oyes hablar de una persona. Si tu primera impresión ha sido mala, ya la tendrás encaminada de por vida. Da igual cuanto te molestes en conocerla, no puedes mentir a tu instinto, el cual te protege instintivamente de algo tu sabias a priori que era malo. Otro buen ejemplo de ésto, es el amor a primera vista ¿Por qué aunque te esfuerces no puedes cambiar ese sentimiento? Amarás a esa persona  para siempre, porque tu primera idea de esa persona fue excelente y te niegas a creer que puede hacerte daño, como ocurre en los maltratos: "Me quiere", "Lo hace sin querer" ¿En serio? 

¿Y esa idea no puede cambiar? Por supuesto que puede cambiar con constancia, aunque es muy difícil. Sin embargo, como en todo, hay excepciones: situaciones puntuales de gran tensión emocional.
Ejemplo: alguien de quien tenias una idea equivocada, te ofrece su apoyo y cariño tras una de éstas situaciones, una situación como una muerte, o una ruptura.
Pero se necesita la constancia. Si una vez pasada esta situación puntual, no se mantiene esa relación de afecto, tu instinto volverá a volcarse en esa persona y estarás de nuevo a la defensiva.

Estas ideas se definen como confianza. No puedes confiar en alguien que ya te traicionó una vez, porque tú mismo te encargarás inconscientemente de protegerte para, en el caso de que vuelva a pasar, no volver a pasar por lo mismo. 

Porque una idea, hasta la más insignificante, puede cambiar todo tu mundo, y una vez dentro de tu cabeza, ya es muy difícil dejarla atrás.